Alejandro: el último de los tres hermanos moncadistas

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Autor/Fuente
Norma Ferrás Pérez. Fuente: Tribuna de La Habana
Fecha de publicación
Jueves, Octubre 28, 2021 - 08:56

Ofrendas florales a nombre del General de Ejército, Raúl Castro Ruz, y del Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, Miguel Díaz Canel- Bermúdez, presidieron el miércoles 27 de octubre las honras fúnebres del asaltante al cuartel Moncada, Alejandro Ferrás Pellicer. Foto: Carlos Manuel Serpa

 

Aún recuerdo con emoción el día que entrevisté a Alejandro Ferrás Pellicer, uno de los tres hermanos asaltantes al cuartel Moncada, nacido en Gibara, Holguín, y tío de mi papá, quien falleció recientemente a sus 99 años, después de una larga vida dedicada a luchar por sus ideales.

Confieso que me siento muy orgullosa de llevar su apellido, pero mucho más después de entrevistarlo y revivir, en su propia voz, esos pasajes que atesoró para siempre en su memoria. Recuerdo que ese día cuando llegué a mi casa sentí una abrumadora e inexplicable sensación, al conocer verdaderamente su gran convicción por todo lo que había vivido y luchado.

Siempre escuchaba hablar sobre el Sitial Moncada, que él había creado en un antiguo solar yermo en Marqués González No. 209 entre San Miguel y Neptuno, municipio de Centro Habana, con la cooperación de amigos y muchachos de la comunidad, un rincón histórico, con un lamentable deterioro, donde guardaba todos sus recuerdos del hecho. 

Hoy quiero rememorar esa entrevista, disculpen los que ya la han leído, pero es la mejor y sencilla manera de rendirle honor a quien toda su vida la dedicó a mantener viva esta parte tan importante de nuestra historia, que como dije aquella vez, es también la mía, la suya, la nuestra.

Cuando lo entrevisté tenía 96 años, pero recordaba cada momento como si lo hubiera vivido recientemente. Esta es su historia.

Foto: Jorge Luis Sánchez Rivera

Foto: Jorge Luis Sánchez Rivera

 

Al inicio de la década del 40 se trasladó para La Habana junto a sus  hermanos Armelio y Antonio, en busca de mejores opciones. Simpatizaban con el Partido Ortodoxo pero después del golpe de Estado de Batista el 10 de marzo de 1952 quedaron desorientados por la falta de acción de sus dirigentes.

“Queríamos luchar pero necesitábamos un líder y no lo encontrábamos. Entonces conversamos con nuestro amigo Ángel Pla que nos dijo: - Yo conozco a un joven abogado que sí es un líder -, y así nos contactó con Fidel”.

Así evocó su primer encuentro con Fidel: “Angelito lo trajo una noche a la imprenta donde trabajaba Antonio. Cuando llegó fuimos para una barbacoa en la que había una mesa preparada con un juego de dominó por si nos sorprendían. Le dije, quiero que nos expliques cuál es tu programa, qué tienes pensado hacer. Cuando terminó de hablar le comenté, ese programa es igual al de Guiteras, quiero que sepas que estamos dispuestos a unirnos contigo en esta lucha”.

A partir de ese momento comenzaron varias sesiones de entrenamiento: “primero fueron en la Universidad de La Habana, pero tuvimos algunas dificultades y Fidel nos llevó para el campo, en las afueras de la capital. Un día nos llamó a la oficina de Abel Santamaría, y nos dijo, tenemos que salir, digan en su casa que van a Varadero, por lo que no pude decirle a mi mujer para donde iba”, afirma Alejandro.

El día del asalto

Fidel citó a los tres hermanos el 24 de julio, Armelio fue en un carro, y Antonio y Alejandro en otro. Al día siguiente se reencontraron en la granjita Siboney, les da las orientaciones y las armas y les dice: - estas armas no son para matar soldados, solo dispararemos si es necesario -. Luego les entregaron los uniformes: “Me di cuenta que debía quedarme con la ropa de civil debajo del uniforme y así se lo recomendé a los demás, esto fue muy útil después”, comenta.

En la mañana del histórico día partieron hacia el Moncada para combatir, pero al no ocurrir los hechos según lo previsto, Fidel da la orden de retirada. Este fue un momento angustioso para Armelio y Antonio porque faltaba Alejandro. Lo veían en el suelo y no sabían qué pasaba. Bajo la balacera era imposible ir hasta donde estaba. No estaba herido, se había tirado al suelo para esquivar las ráfagas de una ametralladora, pero ellos no lo sabían.

Armelio recordaba dónde vivía una prima. Allí encontraron la ayuda requerida, pero la angustia era muy grande: casi estaban seguros que Alejandro había muerto en combate. Como a las diez de la mañana apareció. Luego el esposo de la prima les da 75 pesos y les busca un carro para que los sacara de la ciudad.

Cuenta Alejandro que se dirigían hacia Holguín, pero antes pasaron por Bayamo, donde los detuvo un guardia y les pregunta: - ¿De dónde son ustedes? ¿Qué hacen aquí? - Los hermanos dijeron que eran de Gibara y que venían de los carnavales.

Entonces los registra y encuentra un Diploma de la Logia Unión Fraternal de Gibara que Alejandro llevaba consigo, “en ese momento el guardia me hace el saludo masónico, y nos dice, sigan que no hay ningún problema”. Por fin llegaron a Holguín, donde retornaron en una guagua para La Habana.

Alejandro: el último de los tres hermanos moncadistas

Después continuaron la lucha contra la tiranía en la clandestinidad. Militaron en el Movimiento 26 de Julio, pero Alejandro y Armelio fueron delatados por uno del grupo, por lo que tuvieron que exiliarse para New Jersey un año antes del triunfo. Allí se reunían algunos cubanos del movimiento, quienes recaudaban dinero para contribuir a la lucha. Por su parte, Antonio combatió en Girón y en Angola.

Al triunfar la revolución Alejandro retorna a la Isla, sobre este momento rememora: “Llegué a La Habana dos días antes de la entrada de Fidel, y fuimos todos a esperarlo y saludarlo… Años más tarde nos volvimos a reunir y recordamos aquel día del asalto, fue la última vez que lo vi tan cerca”.

Alejandro Ferrás falleció el 22 de octubre. Por decisión de la familia, su cadáver fue cremado y sus ceenizas expuestas en el Panteón de los Veteranos de la Guerra de Independencia, en la necrópolis de Colón, donde recibió homenaje en ceremonia encabezada por Wilfredo González Pedret, funcionario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba; Javier Martínez Díaz, primer secretario del Comité Municipal del Partido en Centro Habana, y el coronel de la reserva, Víctor Dreke Cruz, presidente de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana en la capital.

Una representación de moncadistas y expedicionarios del yate Granma, realizaron la última guardia de honor en memoria del destacado combatiente revolucionario.

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