Operación Carlota, el principio del fin del colonialismo en África

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Autor/Fuente
Pedro Rioseco y Frank Agüero Gómez
Fecha de publicación
Lunes, Enero 4, 2021 - 16:09

Al menos en dos  noviembre, con 12 años de diferencia y en pleno siglo veinte, Angola estuvo a punto de perder su condición de república: después de haberla arrebatado a los colonialistas portugueses y,  más tarde, por las ambiciones imperiales de su vecina África del sur.  

   Para la primera contó con la Operación Carlota, cuando Cuba respondió al pedido del futuro presidente angolano, el poeta y revolucionario Agostinho Neto,  y con ello se inició la fructífera  cooperación combativa entre las dos naciones del Caribe y África, distantes a once  mil kilómetros.    

   Carlota se denominó la acción ejecutada por las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) en homenaje a una africana conocida por ese nombre, que encabezó en la Cuba colonial dos sublevaciones de esclavos en 1843: primero en el ingenio de Triunvirato, extendida a otras dotaciones en predios azucareros, cafetales y fincas ganaderas en la región de Matanzas.   La  osadía de la lideresa negra concitó él odio y persecución de las tropas españolas. Para exterminar su ejemplo, sus captores desmembraron el cuerpo aún con vida, halado por cuatro caballos que tiraron de ella en sentido contrario

   En homenaje a su memoria, la misión internacionalista de Cuba tomó el  nombre de Carlota, operación militar que tenía como propósito preservar la independencia e integridad territorial de la República Popular, aun sin alcanzar, y rechazar la invasión de Sudáfrica que avanzaba por el sur.

   Ese país, con el apoyo de Estados Unidos y el gobierno de Mobutu Sese Seko, dictador de Zaire, armaron a las fuerzas de la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA), y a las organizaciones fantoches del Frente Nacional de Liberación de Angola (FNLA), quienes apoyaban una invasión por diferentes puntos para evitar la consumación de la autonomía nacional, por cuyo logro lucharon junto al Movimiento para la Liberación de Angol (MPLA) contra los ocupantes portugueses.

   Ante este peligro real, el líder  del MPLA, Agostinho Neto, pidió a Cuba ayuda militar, ya que en los inicios de 1965, luego de un encuentro en el Congo del comandante Ernesto Che Guevara, el representante de la isla se comprometió a prestar ayuda a los guerrilleros contra el colonialismo portugués. La Revolución de la mayor del Caribe actuó acorde con los principios del Internacionalismo, proclamado en ONU y otros foros internacionales, por los cuales reclamaba el derecho de  apoyar la  liberación de las naciones colonizadas, situación que entonces incluía a muchos países del continente africano.

   La respuesta de La Habana no se hizo esperar. En la primera semana de agosto de 1975 llegó a Angola el primer comandante Raúl Díaz Argüelles, jefe de la Décima Dirección de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) de Cuba, como enlace del alto mando cubano y las fuerzas revolucionarias angoleñas.

    Se acuerda en esa fecha ofrecer ayuda militar al MPLA, consistente en 480 asesores que entrenarían a varios miles de combatientes de las Fuerzas Armadas Para la Liberación de Angola (FAPLA), el brazo armado del MPLA, pues ya era un secreto a voces que norteamericanos, sudafricanos, otros países occidentales, y mercenarios de distintas nacionalidades, prestaban asesoría y ayuda material a los movimientos que se oponían a la independencia y soberanía nacional como la concebían la organización de Neto.

LOS PRIMEROS ASESORES CUBANOS

LOS PRIMEROS ASESORES CUBANOS

Es así como entre los días 4 y 11 de octubre atracaron en Puerto Ambroim tres barcos cubanos transportando a 300 especialistas militares y 17 miembros de una brigada médica, mientras por aire llegaban a Brazzaville, por esa misma fecha. 142 internacionalistas. La misión de todos era organizar en los próximos seis meses 12 batallones de infantería, para lo cual se acondicionarían cuatro escuelas de reclutas: una en Dalantado, a 300 kilómetros al este de Luanda; otra cerca del puerto de Benguela, en el centro del país; una tercera en Saurimo, en el oriente del país, y una cuarta en el enclave norteño de Cabinda.

   Los barcos cubanos habían cargado con todo el equipamiento para las escuelas, entre ellos 12 mil fusiles checos M-52, varios camiones, uniformes, botas, y otros. Los instructores cubanos no tuvieron tiempo de organizar las mínimas condiciones en sus bases, y a mediados de octubre, del 14 al 23, se inició una invasión combinada para atenazar la capital por el norte y sur.

   Entre el 2 y 3 de noviembre en el poblado de Catengue combatientes de las FAPLA y unos 17 asesores de Benguela, se enfrentaron a una fuerte agrupación que avanzaba hacia la profundidad angolana. El mando cubano apreció con certeza que se trataba de  unidades regulares sudafricanas quienes invadían Angola.

   La Operación Carlota comenzó oficialmente el 5 de noviembre de 1975, cuando, al enterarse el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, de la muerte de asesores militares cubanos en Caporolo, tras un enfrentamiento con fuerzas invasoras, ordenó el traslado de las primeras unidades de combate, por vía aérea y naval, con el objetivo de impedir que las fuerzas enemigas tomaran la capital antes del 11 de noviembre, fecha en que el MPLA asumiría el gobierno.

     El expresidente José Eduardo dos Santos, entonces combatientes de las fuerzas de las FAPLA, expresó el sentir de su pueblo ante esta ayuda:

    “No había siquiera tiempo para grandes formalidades ni para un recibimiento condigno, pero, coherentes con la voluntad y el carácter voluntario que había determinado su ida, los combatientes internacionalistas no se preocuparon por esto, ante la necesidad de aliviar de inmediato la presión enemiga sobre Luanda, ayudando a detener las fuerzas invasoras en Quifangondo, a unos escasos 20 k. de la ciudad, y en el río Ebo, en el sur”.  

NUEVOS  PELIGROS Y AMENAZAS   

La República pudo ser proclamada con su primer presidente negro, médico de profesión, en medio del ruido de blindados y fusiles en alto, gritos de vivas de los presentes y la alegría del movimiento anticolonialista en el mundo entero. Empero, la grave amenaza no fue conjurada hasta marzo de 1976, luego de fieros combates a las puertas mismas de la capital angolana. Derrotados los invasores volvieron sus pasos, en el norte, en el este y sobre todo en el sur, cuando los sudafricanos cruzaron la frontera hacia su colonia de Namibia.

   Dos años más tarde, en 1978, el ejército del régimen del Apartheid puso en peligro otra vez  la seguridad e independencia de Angola, y desde luego, la vida de los internacionalistas cubanos al realizar operaciones en la profundidad del territorio vecino, al sur de las posiciones que aquellas defendían, a 250 kilómetros de la frontera con Namibia, donde tuvo lugar la  masacre de Cassinga, conocida por su salvaje saldo de 600 civiles asesinados, en su mayoría niños y mujeres.      . 

   A la segunda gran intentona, el 15 de noviembre de 1987, la dirección angolana estuvo de acuerdo con la propuesta del Estado Mayor General de las FAR, dirigido por el Comandante en Jefe de la Revolución, quien siempre dirigió desde la Habana el curso de las operaciones en el territorio africano. Se adoptó entonces la histórica decisión de reforzar la agrupación de tropas y medios de combate en la dirección sur del territorio angolano, en cooperación con unidades angolanas y de la SWAPO, para contener al adversario y realizar una gran ofensiva desde un flanco que frustrase los planes de una victoria militar a expensas de la soberanía angolana.  

   Entre el 5 de noviembre de 1975 y mayo de 1991 más de 377 mil cubanos participaron en la epopeya y una cifra superior a dos mil perdieron la vida en la contienda, cuyos restos fueron repatriados a Cuba durante la Operación Tributo. Otros 50 mil colaboradores civiles cubanos también brindaron su aporte solidario a la gesta.

Operación Carlota, principio del fin del colonialismo en África

   La Operación Carlota quedó registrada como una de las acciones más brillantes en la historia militar mundial y la esclava rebelde inmortalizaría su nombre como símbolo de valentía y solidaridad entre los pueblos de África y Cuba.

    Con el esfuerzo, el sudor  y la sangre de cubanos y africanos se derrotó la invasión de Angola por tropas sudafricanas, y en el transcurso de 26 años, se consolidó la soberanía de la hermana nación, la liberación de Namibia y Zimbawe, el desmoronamiento del régimen racista del Apartheid en Sudáfrica y el triunfo en ese país del Congreso Nacional Africano (ANC).

   Sobre el significado histórico de esta gesta no hay mejor definición que la del expresidente Nelson Mandela:

   “El pueblo cubano ocupa un lugar especial en el corazón de los pueblos de África. La contribución de los internacionalistas cubanos a la independencia, libertad y justicia en África no tiene paralelo por su naturaleza de principios y desinterés”.      .

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